“Maltallats” de maíz y almendras (con espelta y sirope de agave)





Desde que era muy joven, guardo recetas. Cuando veo alguna interesante en una revista o periódico, la recorto con la intención de hacerla pronto. Normalmente, quedan perdidas en el bolso o caen en el olvido. Ahora, las que encuentro en la web las coloco en favoritos o me las mando a mí misma por correo electrónico. Si es en el Kindle, marco la página. Hace dos años vi una que me llamó la atención en la revista Living, de Martha Stewart. De vez en cuando me acordaba de ella. Y ayer, decidí que había llegado el momento de hacerla. Después de haberla guardado durante todo este tiempo, ayer se me mojó y por poco me quedo sin ella.




Quería llevarle unos dulces a una amiga que no toma harinas ni azucares refinados, así que sustituí parte de los ingredientes. El resultado me encantó, es una mezcla de varios de mis sabores favoritos. Me recuerda, a la vez, a la torta de maíz gallega, a las tortitas de aceite sevillanas y a la torta de azúcar (también gallega). No sé si conocéis la torta de azúcar, pero es algo increíble. Es una masa muy fina de pan, cubierta con una capa gruesa de azúcar y anís (en licor). Con la masa muy muy fina y muy tostada es el dulce más rico que he tomado nunca. La pena es que hace muchos años que no pruebo una auténticamente buena. Ya no la consigo. Cuando era una niña la hacían así en Sada, en la panadería de la familia Deus. Podías ir y comprar un trozo. Irregular, como estos trozos míos de hoy, pero más grandes.




Lo de los trozos de almendra y azúcar por encima de una masa de pan, lo he visto algunas veces en Burgos. En una de mis últimas visitas, compré en el mercado una torta así que estaba riquísima.




No sabía cómo llamar a estos trozos de torta. Tienen el aspecto y el sabor de dulces tradicionales, pero no se corresponden con ninguno conocido (al menos que yo conozca). Tienen el aire de los biscottis italianos, pero no son biscottis, aunque me inspiré en ellos para hacerles un segundo horneado. Buscando el nombre, se me ocurría trocetones. Mi amiga me dijo que sonaba mal y me propuso cachetadas. No me gustó, me parecía como bofetada. Barajamos otros muchos: aristas, cachetes, esquirlas, lascas, puntas, cachetones. Al final, la hermana de mi amiga, Maneni, propuso “Maltallats”, una palabra valenciana que significa recorte o mal cortado. A todas nos pareció que era el nombre perfecto para estas pastas.

Si queréis hacer los maltallats con ingredientes más tradicionales, podéis sustituir el sirope de agave por azúcar. En ese caso, pondríamos solo ¾ de taza de harina de maíz y ¾ de taza de harina de espelta. También se puede sustituir la harina de espelta por harina de trigo.

Os pongo más ideas al final del post.



Ingredientes:
Una taza de harina de maíz gruesa
Una taza de harina de espelta integral
Una cucharada de semillas de hinojo (ajonjolí)
¼ cucharadita de sal
Una cucharadita de levadura química (tipo Royal)
Ralladura de 2 limones pequeños o uno grande
½ taza de sirope de agave
¼ taza de aceite de oliva suave (o girasol)
2 huevos
¼ taza de almendras crudas (enteras o laminadas)
Una cucharada de azúcar moreno




Encendemos el horno a 170º.

Si no tenemos las almendras laminadas, las picamos un poco. Lo ideal es que queden unos trozos grandes y otros pequeños.




Ponemos en un bol las harinas, las semillas de hinojo, la levadura y la sal. Añadimos las ralladuras de limón.






En otro bol batimos el agave, con el aceite y un huevo (Atención: ¡solo uno!).








Incorporamos los sólidos a los líquidos y mezclamos hasta que esté uniforme.






Cubrimos una bandeja de horno con papel de hornear y extendemos la masa. Para facilitar la extensión, yo me impregno las manos con un poquito de aceite de girasol y la aplasto con las manos. Termino con el rodillo para dejarla bastante fina, como ½ centímetro.






Untamos la torta con el huevo que teníamos reservado, ligeramente batido. 




Ponemos por encima las almendras, distribuyendo homogéneamente. 




Espolvoreamos con el azúcar moreno.




Horneamos hasta que esté dorada, unos 10 o 15 minutos. 






Al sacarla del horno, esperamos 10 minutos a que enfríe un poco y la cortamos en trozos irregulares. Se pueden dejar así, especialmente si se van a comer inmediatamente. Si  queremos conservar los trozos bastante tiempo en un bote hermético, es mejor tostarlos completamente. Quedan muy ricos y crujientes.








Para ello, volvemos a introducirles en el horno a 170º otros 5 o 10 minutos. 




Sacamos, dejamos enfriar sobre una rejilla y guardamos.













Nota posterior (12 de octubre de 2013):
He vuelto a preparar los maltallats. Esta vez sustituí el agave por azúcar moreno y puse 3/4 de taza de cada una de las harinas. Estiré la masa hasta dejarla lo más fina posible y la cubrí con mucha laminada y dos o tres cucharadas de azúcar moreno. El horno lo puse más alto, a 190º, y horneé hasta que estuvo muy tostada. Al sacarla del horno, la partí y no hice el doble horneado. Quedaron super crujientes y creo que todavía más ricos.










Comentarios

  1. Pues para ser una receta que desconocía he de decir que tiene una pinta genial :P Me la apunto :D

    Bss
    Con Especias

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    Respuestas
    1. Es un invento, pero han quedado muy ricos. Ya me contarás!!

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