Pastel “light” de arroz con leche (sin arroz)





¿A quién no le gusta el arroz con leche? No sé si conozco a alguien, pero creo que a muy poca gente. A mí, desde luego, me apasiona. Es como adictivo. Cuando lo hago y lo tengo en la nevera, el arroz con leche no está en la nevera, sino que está en mi cabeza. No puedo parar de pensar en él. Voy una y otra vez a la nevera a servirme un poquito. Hasta que decido que por un día no pasa nada y cojo la fuente y me lo termino.

Como sé que por un día no pasa nada, pero por dos ya pasa algo y por tres la cosa va muy mal, ya no hago nunca arroz con leche. Pero muchas veces me acuerdo de su sabor y me apetecería comerlo.

El otro día, cuando preparé el helado "sanísimo" de vainilla, os dije que podíamos hacerlo también con canela y cascara de limón, como leche merengada. Recordé que tenía una heladera que nunca había usado. La desempolvé, dispuesta a hacer la leche merengada, pero vi que tenía que congelar una parte del aparato durante muchas horas. Yo la quería ya. Cuando hice el helado "sanísimo" usé agar-agar en polvo. Nunca lo había usado, solo en algas, y me pareció muy práctico. Decidí cuajar simplemente la leche desnatada, con un poco de endulzante. El resultado me sorprendió y encantó. Desde que lo descubrí, hace cuatro o cinco días, lo he hecho todos los días. Me sabe a arroz con leche y la textura, tipo cuajada, me encanta. Es suave y fresquito. Lo hago en recipientes pequeños, para que cuaje antes. Hasta que los acabo, voy a la nevera una y otra vez.  Pero ahora sin remordimientos.





Ingredientes:
1 litro de leche desnatada (o entera, de avena o soja)
Cascara de un limón
Un palo grande de canela (o dos pequeños)
Una cucharada de sirope de agave (opcional)
Sucralín (otro edulcorante o azúcar)
2 sobres de 2 g de agar-agar en polvo





Pelamos el limón.




Ponemos la leche a hervir con la canela y la cascara de limón. 




Disolvemos el agar-agar en un par de cucharadas de agua fría.





Cuando hierve la leche, añadimos el agave, el sucralín (u otro endulzante). Probamos de sabor para ver si está a nuestro gusto de dulzor. Añadimos el agar-agar y dejamos hervir a fuego lento durante un minuto, revolviendo constantemente.




Colamos y servimos en los recipientes. 




Puede ser uno grande o varios pequeños. 




Enfriamos en la nevera. Cuaja enseguida. Si tenemos prisa, podemos meterlo un ratito en el congelador.

A la hora de servir, damos la vuelta. Se desprende mucho más fácilmente que la gelatina. Puede estar a temperatura ambiente, que mantiene la consistencia.  













Espolvoreamos con abundante canela.










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