Mantequilla casera






Pocas cosas hay más fáciles y gratificantes en la cocina, como hacer mantequilla casera. Se coge nata líquida, se bate hasta que se corta y ya tenemos mantequilla. Simplemente eso.

Voy a explicar el paso a paso con fotos, pero no es nada más.

Evidentemente, la mantequilla será más buena cuánto mejor sea la nata de la que partimos. Pero vale cualquier nata para montar. Yo usé la de Lidl y me quedó muy bien. Por darle un toque más sofisticado, le puse sal Maldon ahumada. Pero se puede usar cualquier sal o hacerla sin sal.

Cuando yo era una niña, me encantaba la mantequilla artesana, que comprábamos en la feria de Betanzos, hecha con nata de leche casera. Esta mantequilla ya no era muy habitual en aquel momento. Se llamaba “pela de manteca” y era un rollo grande (o pella) de mantequilla envuelto en una hoja de repollo. Tenía un sabor algo amargo y me encantaba sobre el pan con un poco de azúcar por encima. También hacía con ella unas magdalenas riquísimas, de las que ya no conservo la receta. En los últimos años, sólo la he visto en contadas ocasiones en alguna feria o mercado. Me ha quedado una afición por la mantequilla buena. Muchas veces compro la de Soria, que creo que es la mejor de las que se comercializan en grandes superficies. Pero qué mejor que comer una mantequilla recién hecha.

Con esta receta me salió una pieza de mantequilla de 175 gramos.




Ingredientes:
400 ml nata para montar
½ cucharadita de sal (opcional)





Se bate, con una amasadora o robot de cocina, la nata con la sal.




Vemos que primero se forma nata montada.





Si seguimos batiendo, se harán grumos en la nata.




Y si seguimos más tiempo, se empieza a separar la grasa del líquido. 





Seguimos hasta que suelta todo el líquido (como un vaso). Vemos que la grasa ha cambiado de color.




Retiramos el líquido. Si no hemos puesto sal, no lo tiramos, porque es un suero de leche (buttermilk), que podemos utilizar. Si hemos puesto sal, estará demasiado salado.




Lavamos la mantequilla varias veces, hasta que el agua sale transparente. Así nos aseguramos que hemos retirado todo el suero. Si quedan restos, se nos estropearía antes la mantequilla. 




Mientras la lavamos, formamos una bola o cilindro. 




Escurrimos y ya está terminada la mantequilla.




A mí me gusta envolverla en papel vegetal o de hornear. La conservamos en la nevera, pero está más rica a temperatura ambiente.







Con pan casero y mermelada casera es todo un lujo. Yo la tomé con un bagel y mermelada de jalapeños. ¡Qué rico!












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