Bagels (de Nueva York)




Para mí los bagels son desayuno de domingo. Bueno, desayuno de domingo en Nueva York.  Muy cerquita de la casa de mi hermano, en Mineola, hay un sitio donde los hacen riquísimos. Es una alegría cuando alguien se levanta pronto, los va a comprar y los tenemos para desayunar.

Son rosquillas de pan. Las hay de muchos variedades (trigo, centeno integral, huevo, cebolla, ajo,…) y pueden estar cubiertos de muchas cosas (semillas de amapola, de sésamo, cebolla,…). A  mí los que más me gustan son los blancos con semillas de amapola y los de centeno integral, de un intenso marrón oscuro y con un sabor algo dulzón. Se suelen tomar abiertos al medio y rellenos. Hay infinidad de rellenos, pero los más populares son los de huevo y bacon y los de salmón ahumado y “cream cheese” (crema de queso, tipo Philadelphia).

Para mi hijo, los bagels van asociados a Penn Station, la estación más concurrida de Estados Unidos. Allí hay un montón de tiendas y pequeñas cafeterías. En muchas de esas cafeterías sirven bagels. A mi hijo le gustan rellenos de bacon, huevo y queso. Cuando estamos en Nueva York pasamos por allí muchas veces, puesto que desde Mineola llegamos en tren a Manhattan. Pues cada vez que pasamos, mi hijo tiene que tomarse un bagel (o dos). No importa que haya desayunado hace una hora, siempre tiene ganas de un bagel de Penn Station. Hoy se ha llevado la alegría de poder desayunar como si estuviera allí.

El bagel es un pan que se empezó a elaborar en Cracovia y después se extendió por toda la comunidad judía. Varias panaderías de Londres los comercializaron y, de ahí, saltaron a América del Norte, donde son muy populares. Los dos estilos más conocidos son el de Montreal (cocidos en miel) y el de Nueva York (cocidos en agua). Como imaginaréis, yo voy a preparar los de Nueva York.

Yo estuve en Cracovia hace 4 o 5 años y no logré comer ningún bagel, aunque lo intenté. Localicé un sitio, pero estaba muy lejos del centro. Mi amiga María, que se quedó más días, me dijo que sí había logrado ir y que estaban muy buenos. Supongo que la dificultad para encontrar bagels se debe al exterminio de la población judía de la ciudad. No sé si sabéis algo de la historia de Cracovia. Cracovia fue la capital de Polonia. Es una ciudad preciosa (su centro histórico es patrimonio de la humanidad), muy antigua. Kazimierz  fue su barrio judío desde el siglo XIV hasta el final de la segunda guerra mundial, en que los judíos fueron trasladados al gueto de Cracovia. Ya conocemos todos los horrores que siguieron. Algunos los hemos visto en películas, como “La lista de Schindler” de Spielberg. Cracovia es la ciudad natal de otro director, Roman Polanski. En un reciente documental, repasaba su vida y contaba muchas cosas de su infancia en Cracovia. Me impresionó ver cómo muchas de esas historias habían pasado a formar parte de sus películas. “El pianista”, aunque ambientada en el gueto de Varsovia, revive muchos recuerdos de su infancia.

He de decir que, aunque no logré probar ningún bagel, comimos muy bien en Cracovia. Los “coffee breaks”,  del congreso en el que participé, eran fabulosos. Y hablando de coffe breaks y bagels, en la Universidad de Virginia (de la que ya os hablé en la entrada de las alitas de pollo "light" al estilo de Buffalo) nos ponían en los coffee breaks unas montañas increíbles de bagels, acompañados de unos bols enormes de crema de queso. Los dejaban allí todo el día. Así que a la hora de comer, nos preparábamos uno o dos bocadillos y nos íbamos de paseo.

Hace tiempo que no voy a Nueva York y tenía ganas de comer bagels. Además, con todos los panes que he hecho últimamente y el especial USA de este festín, creo que ya tocaba. Decidí empezar por los simples, blancos, y probar a ponerles semillas de amapola y de sésamo. Busqué una receta en una web de cocina, de la que me fio bastante, y el resultado fue desastroso. Además de no tener ninguna pinta de bagels, eran como de bollería. La verdad es que estaban ricos, pero no era lo que quería hacer.

Decidí hacer un segundo intento, buscando una receta más simple. Encontré una que me pareció bien. Estaba en un blog muy bonito que se llama The sophisticated gourmet. Los ingredientes eran los mismos que yo uso para el pan blanco (y que vienen en cualquier paquete de harina de fuerza), así que pensé que no podían salir mal. Por lo menos, serían de pan. Seguí la receta prácticamente al pie de la letra y el resultado me encantó, aunque la próxima vez los haré un poquito más grandes. También tengo ganas de experimentar con otros sabores.

Si lo hacéis, probad a comerlos calentitos, con mantequilla casera y mermelada de jalapeños. El resultado es indescriptible…
Ingredientes:
Una nuez de levadura fresca (o un sobre de levadura rápida de panadería)
Una cucharada de azúcar
325 ml de agua templada
500 g de harina de fuerza
Una cucharadita de sal
Para la decoración:
Un huevo
Dos cucharadas de leche
Semillas de sésamo (opcional)
Semillas de amapola (opcional)
El amasado se puede hacer en máquina de pan o a mano.

Instrucciones para máquina de pan:
Se echan en la máquina de pan todos los ingredientes del pan. Primero el agua templada, el azúcar y la levadura. Después la harina y la sal.

Se elige un programa de amasado. 10 minutos antes de que termine el programa, aplastamos la masa con la mano (dentro del molde) y la dejamos para que vuelva a crecer.
Instrucciones a mano:
Se disuelve la levadura en un bol con el agua templada y el azúcar. Se esperan 5 o 10 minutos. Se pone en un bol grande la harina y la sal. Se hace un agujero en el centro y se pone la mezcla de levadura. Se va amasando desde fuera hacia adentro, incorporando poco a poco la harina al líquido.
Cuando tenemos una masa uniforme, la dejamos reposar, cubierta con un paño o papel film, en un sitio templado. La dejamos reposar una hora. Pasado este tiempo, aplastamos la masa con la mano y la dejamos reposar 10 minutos más.
Elaboración de los bagels:
Encendemos el horno, sin gratinador, a 220º.
Una vez que tenemos la masa, la dividimos en 8 trozos. La masa pesa aproximadamente 800 gramos, así que si queremos que todos los bagels sean iguales, podemos pesar los trozos. Debe de pesar 100 gramos cada trozo. Yo lo hice, porque, después del desastre del día anterior, quería que me quedaran perfectos.

Hacemos una bola con cada uno de los trozos. Para hacer una bola bien redondita, ponemos el trozo de masa entre las dos manos, apretamos bastante y vamos girando la masa entre las manos, disminuyendo la presión.

Una vez que tenemos las ocho bolas hechas, les hacemos un agujero en el centro, con nuestro dedo pulgar enharinado. Colocamos las rosquillas sobre una bandeja, o papel de hornear, recubierto de aceite.
Les ponemos encima un paño humedecido con agua templada y dejamos que reposen 10 minutos.

Ponemos una cazuela grande de agua a hervir.
Cuando hierve, pero a fuego suave, vamos echando los bagels (dos o tres de cada vez, para que no tropiecen). Los dejamos un minuto aproximadamente, les damos la vuelta y hacemos un minuto más por el otro lado.

Ponemos a escurrir en una rejilla.

Para decorar, batimos el huevo con las dos cucharadas de leche.
Con un pincel, pintamos con la mezcla todos los bagels. A los que nos apetezca, les ponemos semillas, de sésamo o de amapola.

Ponemos en una bandeja de horno cubierta con papel de hornear (o engrasada) y metemos al horno 20 minutos (hasta que estén dorados).

Retiramos y dejamos enfriar. Tibios están también riquísimos.



Ya os he dicho que los tomé con mantequilla casera y mermelada de jalapeños.
También me encantan con Philadelphia y mermelada, o Philadelphia y salmón.
Y, por supuesto, tenéis que probarlos con bacon y huevo.







Comentarios

  1. No sabes lo feliz que me acabas de hacer... me encantan los bagels y las veces que he ido a NYC no dudes que los he desayunado y merendado si ha hecho falta... Madre mía, voy a ponerme manos a la obra de inmediato a ver como me salen. Muchas gracais.

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    1. No había visto este comentario hasta hoy. Cuéntame cómo te salieron.

      Un beso,

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  2. Hola Marga, hoy los he publicado en mi blog, decirte que de las tres recetas que hice para probar, la tuya es la mejor con diferencia.
    Besotes gordos mi niña, feliz día.

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