Mis sitios de Toulouse (donde comer)






En el otoño de 1991 pase una estancia de investigación en Toulouse. No había vuelto desde entonces. Aprovechando que estaba allí ahora una alumna de doctorado, fuimos a visitarla. Siempre había tenido ganas de volver. Cuando llegamos al aeropuerto, y nos acercabamos en taxi al hotel de madrugada, la encontré distinta, casi irreconocible. Pero con la luz del día, al pasear por sus calles, todo me resultaba ya familiar. Toulouse volvió a ser mi Toulouse. En seguida pude moverme sin necesidad de mapa. Lo que habían cambiado eran muchas tiendas y restaurantes. Descubrí muchos sitios nuevos. Nuevos e interesantes. He decidido dejaros algunas recomendaciones por si os animáis a visitar la maravillosa ciudad rosa.

Lo primero que hay que tener en cuenta es que, si no se está pendiente de las horas, es muy fácil quedarse sin comer en Toulouse (y más aún en los pueblos cercanos). Al mediodía se come de 12 a 14. En zonas más comerciales o turísticas puede ser hasta las 15. Pero después de esa hora ya no se puede comer en un restaurante. Por la tarde de 19 a 21. Como mucho hasta las 21.30. Ya está. Eso es todo. En otro horario tenemos los sitios de comida rápida y los salones de té, donde podemos tomar un dulce o trozo de tarta en cualquier momento del día.

Al mediodía, la mayor parte de los restaurantes tienen un menú del día muy asequible. Así que podremos comer un primero, un segundo y un postre por entre 10 y 20 euros. Realmente vale la pena. Por las noches es a la carta más caro. Nosotros, excepto alguna excepción, comíamos al mediodía en un restaurante y por la noche ya algo más ligero.

Hay muchos supermercados que abren hasta tarde. En general tienen variedad y buenos precios. Yo adoro Monoprix, en el que ya compraba en mi estancia en Toulouse. Puede pasar desapercibido porque está en el primer piso de una tienda de ropa y perfumes.




Yo, en los supermercados, compro chocolates (algunos como el Côte d'Or no se encuentran en España), quesos (de leche cruda y affinés) y galletas (con mucha mantequilla). Si compráis quesos para llevar no se pueden meter en la maleta de mano. A mí me los quitaron todos en la seguridad del aeropuerto.




Para comer en el hotel compro petit suisses naturales. No tienen nada que ver con los de España, no son una pasta. Por fuera parecen iguales, vienen en envases de seis como aquí, pero son pequeños quesos frescos envueltos en papel. Las hendiduras verticales de las tarrinas son por el agua que sueltan. En España copiaron el envase, pero esas hendiduras sólo sirven para que quede crema metida... En Francia no es un postre infantil, es simplemente queso freso. A mí me gustan con un poco de azúcar espolvoreado por encima. Esta vez descubrí otros quesos frescos cuadraditos deliciosos, que sirven tanto para comer solos como para extender sobre pan. Son desnatados y no tienen apenas calorías, pero no lo parece. También compro, porque me recuerdan a mi infancia, los pequeños cubos de sabores de La vaca que ríe. Aunque he de reconocer que esto último no es una opción muy gourmet.






Nosotros nos quedamos en el Hôtel Le Père Léon, que recomiendo por su buena ubicación, pero no desayunábamos allí porque no estaba incluido en el precio. Lo hicimos el primer día pero nos pareció caro para lo que era, y además no era un salón especialmente bonito. Teníamos vista a la Place du Esquirol desde la habitación.







De lo que probamos fuera os voy a recomendar tres opciones muy diferentes para el desayuno: Columbus Café & Co, Delices de Tunise y Le Bibent.


Columbus Café & Co es un sitio muy informal de una franquicia francesa, con vasos y platos de papel (lo que no me gusta). Tienen café y bollería muy rica. Yo tomaba capuchino y croissants. Los croissants en Toulouse, como en toda Francia, son un must. Suelen estar siempre ricos, pero a mí me pareció que aquí estaban especialmente buenos. Es un sitio barato en una calle bonita llena de tiendas y sitios para tomar algo. Hay otros locales con apariencia similar cerca, pero a mí me gustó éste.






Delices de Tunis es el paraíso para los amantes (como yo) de los pastelitos árabes. Tienen montones de variedades, todas buenísimas. El té también está exquisito. Además, el lugar es muy auténtico, te sientes transportada a Túnez. Realmente sus dulces merecen una visita. Mucha gente los compra para llevar. Está muy bien de precio.









Le Bibent está situado en el lugar más emblemático (y para muchos el más bonito) de Toulouse, la Place du Capitol. Es un restaurante muy elegante, precioso, de un famoso chef, Christian Constant. A la hora del desayuno tienen dos opciones: un desayuno de 8 euros, en el que te dan zumo de naranja natural, bebida (té, café o delicioso chocolate) y un croissant, y otro a 18 euros, en el que te dan de todo: huevos de distintos tipos, pan, mantequilla y mermeladas, jamón y queso, yogur, mandarinas... Todo buenísimo, menos el jamón. Nosotros pedimos uno de 8 y otro de 18 y nos trajeron una barbaridad de comida. Desde luego, compensa el de 18. Yendo dos, la combinación de uno de cada es perfecta. Es una experiencia que vale la pena. Se llena el local.









Para comer y cenar hay muchísimos sitios. A mí me parece que el nivel en Toulouse en cuanto a comida es bastante alto. Eso sí, como decía más arriba, hay que tener cuidado con los horarios. Si vais al mediodía no os olvidéis de preguntar por el menú del día, aunque suele estar bien visible escrito en una pizarra. Siempre compensa. Además, muchas veces hay distintas opciones como un solo plato, un plato y postre, o dos platos y postre.

Voy a empezar por el restaurante de nuestro hotel, Brasserie Le Père Léon. Estuvimos un día tomando el menú del mediodía. Todas las opciones que probamos estaban ricas y el precio muy bien. Un solo plato cuesta 11,50 euros, dos platos 16,50 y dos platos y postre 20,50. Nosotros tomamos plato y postre por 16,50 euros. También probamos el Menu Toulousian de 26,50 y el menú infantil de 10,50. En el Toulousian se incluían unas croquetas de pato riquísimas y la típica cassoulet de Toulouse.








Una zona muy recomendable para comer es la Place Saint-Georges. Está muy animada, llena de restaurantes que al mediodía abren hasta las 15. Había muchas opciones que nos parecían buenas, pero optamos por el Bistro Régent Saint-Georges la sucursal de un restaurante de Burdeos especializado en carnes a la brasa con una deliciosa salsa. Vienen acompañadas por patatas fritas (a voluntad) y ensalada verde. Nos gustó bastante, aunque las piezas de carne que pedimos no eran muy grandes. Bueno, si te quedas con hambre, siempre puedes hincharte a patatas o pedir de postre el Café Gourmand, que vienen acompañado de un montón de dulces. El precio es el mismo a la comida y a la cena.








Y, en Francia, siempre es una buena opción comer o cenar un crêpe o una galette. Eso sí, en una crepería bretona. Las galettes son de trigo sarraceno y con relleno salado, mientras que los crêpes son de harina de trigo blanca y, normalmente, llevan rellenos dulces. Muchas creperías tienen también menú del mediodía, que consiste en una ensalada, una galette y un crêpe. Yo os recomiendo que, si queréis probar las dos, pidáis opciones sencillas. Si no, os vais a quedar demasiado llenos.

Quisimos ir a la Crêperie Le Menhir, sobre la que habíamos leído muy buenas críticas. Cometimos el error de no hacer reserva y, cuando llegamos, estaba llena. Por fuera tiene bastante mala pinta, pero por dentro es muy acogedora. Nos dio mucha pena no poder quedarnos, pero la camarera nos recomendó otra. Allí nos encaminamos, no sin antes hacer una llamada para reservar mesa.




Cenamos en la Crêperie de la Colombetta. Todo estaba muy rico. Nosotros fuimos por la noche. Yo tomé mi opción favorita: una galette de quesos variados y un crêpe de caramelo de mantequilla salada. Si no habéis tomado nunca ese crêpe es importante que lo probéis ya. Es absolutamente delicioso. Aquí estaba realmente bueno. El personal amabilísimo. Acompañamos todo con sidra brut de Bretaña, que se puede pedir por cuarto, medio o un litro.







No voy a hacer muchas recomendaciones turísticas, solo que paseéis mucho. Yo creo que la mejor manera de conocer las ciudades es andar y andar.


















En vuestros paseos no os olvidéis de entrar al Marché Victor Hugo, un mercado maravilloso lleno de quesos y especialidades locales. Las pescaderías son espectaculares.






Una buena vista de Toulouse la tenéis desde el restaurante que hay en la parte superior de las Galeries Lafayette. Se puede subir aunque no se tome nada.





Si queréis comprar latas de conserva, hay una tienda que las vende preciosas, que se pueden llevar como regalo. Se llama Conserverie la belle-iloise y está en la rue des Tourneurs. Otra tienda donde comprar regalos bonitos es la tienda Pylones, con diseños de París, en la rue Saint-Rome.

Uno de los paseos obligados es por la Place du Capitole y sus calles aledañas, otro por las cercanías del río Garona por la noche. Está precioso todo iluminado. La mejor zona es por la iglesia de Notre Dame de la Daurade.






Y, si tenéis tiempo, os animaría a recorrer un rato el Canal du Midi. Es un paseo muy agradable y forma parte del camino de Santiago. Hasta donde queráis llegar es cuestión vuestra. Nosotros fuimos hasta un puerto fluvial, el Port de plaisance de Port Sud. Por el camino uno se encuentra con muchos barcos-casa con sus buzones en tierra y todo.
























También está la posibilidad de visitar pueblos y ciudades cercanas. Hay auténticas preciosidades. Una de las visitas obligadas es a Carcasona, que tiene una impresionante ciudadela amurallada declarada por la Unesco Patrimonio de la Humanidad.




De camino podemos parar a comer una cassoulet. Hay disputas sobre el origen de este plato, pero muchos afirman que la original es la de Castelnaurdy. Pensábamos ir allí, pero tras la recomendación de un empleado de la oficina de alquiler de coches y la consulta de varias reseñas, decidimos ir a Hostellerie Etienne, en Labastide d'Anjou. La visita valió la pena. Por 25 euros persona tomamos una espectacular cassoulet y ensalada de lechuga. Podíamos tomar toda la que quisiéramos. También estaba incluido el postre. Yo tomé una tarta de limón y merengue bien buena. Despues nos acercamos a la Pottery Not Brothers, donde se hacen los recipientes de barro donde se sirve la cassoulet. En Castelnaurdy, el molino de Cougarel merece una parada.











Otro sitio muy bonito para ver es Albí, que se puede combinar con una visita al pueblo medieval de Cordes-sur-Ciel, que en el año 2014 fue elegido el pueblo más bonito de Francia. Nosotros comimos allí. Os recomiendo reservar un restaurante en la plaza central en lo alto. Al que queríamos ir no pudimos conseguir mesa cuando llamamos. Reservamos en otro, el Auberge de la Halle, y estuvo bien (aunque nada del otro mundo). Llegamos a las 13.35 y sólo nos dejaron sentar porque teníamos reserva, nos decían que ya estaban cerrados. De camino a Albí, desde Cordes, podemos desviarnos un poquito para visitar las ruinas del castillo de Castelnau de Lévis. En Albí podemos aprovechar para dar un paseo al lado del río y hacer algunas compras en sus bonitas calles comerciales.
















Comentarios

  1. La alimentación de los franceses me parece una pasada. El año pasado fui de turismo gastronómico a Francia, y quedé enamorado de los platos nacionales de Francia. Eso sí, no la cambiaría por la comida española.

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