Alvart (Barcelona): Tienes que ir antes de que se haga famoso






Lo digo sinceramente, creo que todo el mundo merecería ir a un restaurante como éste al menos una vez en la vida.

He descubierto tantos sitios maravllosos en Barcelona que se me han acabado los adjetivos. Pero, realmente, creía que no existían restaurantes como éste. Claro que hay restaurantes así de buenos (y mejores). Lo que pasa es que, de este nivel, con un menú de mediodía de 19.80 euros, me parece casi imposible. Y no creo que pueda seguir así mucho tiempo, así que daros prisa en conocerlo. Y no os olvidéis de reservar mesa porque es pequeño y se llena.

Abrió en septiembre de 2015 y ya empieza a ser bastante conocido. Se rumorea que no tardará mucho en tener una estrella michelin. Y la verdad es que, tanto por el servicio como por la comida, se lo merece.

Está situado en la calle Aribau, en el tramo de abajo, pero ya cerca de la Diagonal. 





Lo que me pasa a mi con la calle Aribau es increíble. Ahora la recorro casi a diario y siempre descubro sitios nuevos en los que no me había fijado. Creo que podría escribir una guía gastronómica solo con los locales de esta calle, empezando por la Horchatería La Valenciana al principio de la calle (en el número 16). La conocí por mi amiga Aisha, de La cocina de Aisha

Hubo una discusión en mi facebook personal, a raíz de una publicación en la que se catalogaban los croissants de Hoffman como los mejores de Barcelona. Aisha decía que no, que los mejores eran los de La Valenciana. En cuanto llegué a Barcelona, me faltó tiempo para ir a probarlos. Tuve la suerte de que el primero que tomé estaba recién sacado del horno, y la verdad es que estaba bien rico. He vuelto muchas otras veces, pero a lo que realmente me he aficionado es a merendar allí chocolate con "fartons". Los fartons son unos dulces de bollería alargados y glaseados típicos de Valencia. Se suelen tomar mojados en horchata. Estos están hechos con masa de ensaimada y tienen un ligero toque a limón. No os podéis imaginar lo bien que casa su sabor con el del chocolate a la taza. Solo de pensarlo me pongo nerviosa y me dan ganas de irme corriendo a La Valenciana.





Pero dejemos la merienda para un día de comida liviana. Los días que como un exquisito menú, no meriendo y procuro tampoco cenar mucho. Hay que compensar un poco.

Los menús de mediodía del Alvart los podéis ver cada día en su página de facebook. Bueno, menos el día que fui yo, que venga toda la mañana metiéndome en la página y no lo pusieron. Algo les pasaría. Bueno, así fue sorpresa. Era éste. También tienen a la carta y un menú degustación (en torno a 60 euros). 






Esta vez fuimos listos y pedimos, entre los tres, todos los platos.

Primero nos pusieron un aperitivo. Era una crema de aguacate con tomate.




De entrantes, crema de guisantes con huevo a baja temperatura y coca de escalivada y sardina ahumada. Mira a que a mí no me gusta la sardina ahumada, pero ésta estaba bien rica.







De segundos, arroz de pescado y jabalí con trigo. Yo tomé el arroz. Últimamente siempre los pido y éste es de los mejores que he tomado. Exquisito.








Los postres fueron granizado de mandarina, con helado de vainilla y espuma de limón, y souflée de chocolate. Bien los dos, pero el souflée de chocolate de escándalo. Iba acompañado de crumble, que últimamente parece que nos persigue. No hay postre que se precie que no lleve crumble. No os creáis que me hace mucha gracia. Para mí es base de cheesecake desmigada. Y del cheesecake lo que menos me gusta es la base (aunque me la como, no como otros). Pese a todo, aquí no me disgustó el crumble. Estaba tan bueno el souflée que nada podía estropearlo.






Manolo se pidió café y nos trajeron para todos unos merengues de nata y frambuesa.




La decoración del Alvart es sencilla, minimalista, pera muy agradable. Te sientes a gusto. Además, son todos muy amables y profesionales. Te explican los platos y saben contestar a todo lo que les preguntas. 

En Alvart cuidan todos los detalles, como vajilla bonita, toallas individuales o agua en botella de cristal. Hasta el ambientador del cuarto de baño huele de maravilla.




El pan, muy rico, es de Turris, la panadería de Xabier Barriga. Ya fui corriendo a comprarlo, aunque en casa dijeron que no les sabía tan bien como allí. .




El ambiente es un poco como de revista de Nespresso. Cuando nosotros estuvimos había pocas mujeres. Muchos jóvenes ejecutivos trajeados y algunos otros con pinta de exploradores de restaurantes. Nosotros nos encontramos a un amigo escritor con su editor. Era también su primera vez.

Alvar, el chef, se acercó a la mesa y estuvo conversando un buen rato. Se le ve feliz con su restaurante, que disfruta haciendo lo que le gusta y viendo que los comensales valoran su cocina. Sólo tiene 25 años, un curriculum de vértigo (con estancias y trabajos en algunos de los mejores restaurantes) y un restaurante propio memorable. Le dijimos que volveríamos otro día a probar el menú degustación. Ganas no nos faltan.




Alvart 

Carrer d'Aribau, 141
08036 Barcelona

Comentarios

  1. La calle Aribau siempre ha sido todo un descubrimiento. Una calle de lo más aburrida en domingo (y el resto de la semana también, para qué vamos a decir lo contrario), pero gastronómicamente siempre ha tenido muy buenos restaurantes y de todas las cocinas... Allí ha estado (no sé si sigue) uno de los mejores japoneses que tuvo Barcelona, un coreano (creo que ya no está) que hacía una comida de escándalo... y casera!!!... Y miles de cosas más.... Entre ellas La Valenciana... por supuesto!!! jaajaaja... Menos mal que yo no vivo cerca, sino no me sacaban de allí.
    El restaurante que nombras tiene muy buena pinta... habrá que probarlo! :)
    besos

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    Respuestas
    1. He visto un japonés que se llama Yamadori, que dicen que lleva ahí desde los años 70, ¿será ese? Estuvimos en un coreano que tienen meses para asar carne.

      El Alvart es maravilloso.

      Un beso

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    2. Sí, el Yamadori... La verdad que cuando yo iba era muy bueno, pero también te aviso que hace muchos años que no voy. Pero era el segundo mejor después de otro que había en la zona alta de Barcelona que ahora mismo no recuerdo su nombre, que también es de aquella época.
      Si no han reformado mucho el Yamadori, tienen hasta zonas privadas donde comes en habitaciones típicas japonesas, descalzo, en mesa baja, sin sillas.

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