Tarta de filloas (Tarta de crepes o Gâteau de crêpes)





Todo empezó con una broma. Una compañera habló en facebook de que pronto iba a ser su cumpleaños. Le dije que habría que hacer una tarta, otra pidió la mitad de la tarta porque antes iba a ser el suyo. Y, de esta manera, me metí en la cocina para hacer dos medias tartas. Dude mucho que tarta hacer, porque además la tendría que transportar. Como una de ellas había dicho que le gustaba mucho la crema pastelera y a la otra le había encantado la entrada de las filloas, decidí hacer (por primera vez en mi vida) la tarta de filloas.

Ya os conté, en la receta de filloas, que para mí están muy vinculadas con el carnaval (y con mi abuela). En mi casa nunca hemos hecho postres con ellas, excepto tostarlas enrolladas en la sartén con azúcar por encima. Pero en otras casas y restaurantes he tomado postres muy ricos hechos con ellas. Normalmente no se usan las filloas de caldo, tan típicas de carnavales, sino unas, hechas con leche, muy similares a los crepes. Por esto mismo, lo que yo llamo tarta de filloas es similar a las tartas de crépes francesas. Podéis encontrar muchas en internet, por ejemplo esta de fresas con una pinta espectacular. También hay muchas tartas de filloas. Ésta de La cocina de Conluana me gusta especialmente y me sirvió de inspiración. De ella saqué la idea de hacerla con un molde para que quedara más bonita. De todas formas, sin molde también pueden quedar preciosas, como ésta de Smitten Kitchen. Para la receta de filloas, dado que yo no las hago nunca con leche, y no quería usar la de crepes, miré mis las de mis dos libros favoritos de recetas gallegas e hice una mezcla de ambas.






Preparé primero la crema pastelera con la misma receta que usé para rellenar los buñuelos de viento y que he publicado ya como entrada independiente. Después hice las filloas y monté la tarta, dentro de un aro de molde. Tenía que haberla dejado reposar toda la noche en la nevera, pero como por la mañana iba a estar apurada de tiempo, pensé que sería buena idea dejarla ya preparada. Volví a la cocina, la partí al medio y la desmoldé. Lo que pasé después, fue uno de los peores desastres que me han pasado en la cocina. La tarta se desmoronó hacia los dos lados, quedando la mesa de la cocina llena de filloas y de crema pastelera. Sufrí un momento de pánico. Me recuperé y, cómo me habían sobrado filloas y crema, procedí a reconstruir la tarta. Pude recuperar también la parte superior de las dos mitades. Aún dentro del molde, se seguía abriendo mucho la brecha central, así que la apuntalé con palillos. 

Fue entonces cuando me dí cuenta de que no podría llevar dos mitades sino una tarta entera, porque no había otra manera de que se mantuviera firme. Como había preparado nueces de pecan caramelizadas para la decoración, pensé que decoraría con algunas picaditas la brecha. Fue buena idea porque le dieron un toque saladito muy rico y creo que la decoración quedó muy bonita.

Pero tenía que hacer algo para unir la tarta. Me acordé que había comprado un paquete de pasta de mazapán para decoración. Si queréis hacer la pasta en casa, podéis usar la receta de mazapán y dejarlo sin hornear. En el blog de Entrechiquitines también os explican cómo hacerlo. Con la pasta hice una tira larga, la coloqué alrededor de la tarta (desmoldando con muchísimo cuidado) y la dejé, apuntalada con los palillos, en la nevera hasta el día siguiente.




Por la mañana, quite los palillos, coloqué las nueces y preparé el transporte. Puse un aro de cartón alrededor, lo que al final no resultó ser muy buena idea, porque se pegó al mazapán y al sacarlo arranqué parte de la cobertura. En fin, los desastres siempre vienen seguidos. Coloqué otras tiras en forma de espiral para evitar que se moviera.















Eso sí lo conseguí y, en ese sentido, la tarta llegó perfecta a su destino, aunque, por circunstancias inesperadas, todavía le quedaría un largo viaje... Y las dos mitades acabaron en sus destinos por separado (y sin desplomarse).





Ingredientes:
Un litro de crema pastelera
300 g de harina de trigo
3 huevos 
600 ml de leche
2 cucharadas de azúcar
1/2 cucharadita de vainilla (opcional)
Un poquito de mantequilla para untar la sartén
100 g de azúcar blanquilla para quemar por encima (opcional)
Pasta de mazapán (opcional)





Preparamos la crema pastelera y la reservamos en dos mangas pasteleras en la nevera.








Para hacer las filloas de leche, batimos los huevos con el azúcar y la vainilla. Añadimos un tercio de la harina y mezclamos. Después, un tercio de la leche. Cuando está uniforme, ponemos el resto de la harina y, finalmente, el resto de la leche. Tiene que quedar una masa bastante líquida.










Ponemos la sartén (crepera o filloeira) al fuego. Cuando está caliente, la untamos con un poco de mantequilla. Echamos un poquito de mezcla, moviendo la sartén para que se extienda bien, quede fina y alcance todos los bordes. El fuego tiene que estar a temperatura media, suficiente para que se cuaje bien sin quemarse. Cuando vemos que ya está seca, le damos la vuelta. Podemos hacerlo con una espátula. Estas filloas son bastante resistentes y no es fácil que se rompan al darles la vuelta. Con unos pocos segundos por el otro lado ya está hecha. En cuanto notéis que se puede mover en la sartén, la sacáis. Seguimos haciendo filloas hasta terminar con toda la masa. Yo no echo mantequilla de cada vez. La pongo como una de cada tres filloas, para que no se me pegue. Esto dependerá de la sartén. No le pongáis más de la que sea necesaria para que no se peguen.













Cogemos un aro de tamaño similar o inferior al de las filloas. Yo use el lateral de un molde desmoldable. Cortamos todas las filloas del tamaño del aro. De esta manera, quitamos los bordes, que pueden estar secos, y las dejamos todas iguales. 










Colocamos dentro del molde una filloa. Por encima, una capa de crema. Así, sucesivamente, hasta conseguir la altura deseada o acabar con las filloas o la crema. Terminamos con una capa de crema.






Cubrimos con el azúcar. Quemamos con un soplete hasta conseguir una costra de caramelo. Yo tengo un soplete que compré en Lidl, pero, si no tenemos, podemos usar el gratinador del horno.










Dejamos en la nevera hasta el día siguiente, para que se asiente la crema pastelera.

Al día siguiente, desmoldamos y, si queremos, decoramos con nueces caramelizadas. Podemos dejarla descubierta alrededor o cubrir con una tira de mazapán (o cualquier otra cobertura).










Si es para un cumpleaños, podéis poner unas velas.











Comentarios

Publicar un comentario