Buñuelos duros de anís o “rosquetes gallegos” (Receta de Carnaval)





Estos buñuelos los preparamos en mi familia en carnavales, junto con las orejas y las filloas. No sé si son típicos de algún sitio o son solo una tradición familiar. Algunas de mis primas y tías también los preparan. Todas tenemos mucho éxito cuando los llevamos a algún sitio. Recuerdo haberle oído contar a mi abuela que una señora había ido a casa a enseñarles cómo hacerlos. Pero es lo único que sé. Ni idea de quien era la señora, ni de por qué fue a casa a enseñarles. El caso es que es una receta facilísima y los buñuelos son exquisitos.

Yo ya sabéis que vivo en Tenerife. Aquí se celebran muchas romerías y fiestas populares. Al principio, no sabía que dulce llevar y empecé a preparar los buñuelos. A todo el mundo le encantan y ahora, cuando hay romería, me piden que prepare “los rosquetes gallegos”.  Ayer, fue la romería de San Isidro en La Orotava, y, cómo no podía ser menos, los preparé para los compañeros de la carreta donde iban mis chicos.





Ingredientes:
½ kg de harina
¼ kg de azúcar
½ cucharadita de sal
125 ml de anís dulce
125 ml de aceite de oliva suave (o girasol)
1 litro (aproximadamente) de aceite de oliva suave (o girasol) para freir
3 huevos
Azúcar glass para decorar (opcional)

 



 
Para hacer esta masa no hay que batir, sino incorporar los ingredientes mezclando a mano.

Se echa en un bol la harina, el azúcar, la sal, el anís y el aceite. 

 

 
 



 Se mezcla con una cuchara o espátula hasta que los ingredientes estén bien integrados. No debe de quedar una masa uniforme, sino un poco grumosa.





Añadimos los huevos enteros y mezclamos hasta que se incorporen a la masa. Ahora sí debe de quedar uniforme.

 




Echamos aceite en una sartén grande y profunda. Debe de haber suficiente como para que los buñuelos no toquen el fondo de la sartén, sino que floten.

Cuando el aceite esté caliente, echamos cucharadas de masa. Usamos dos cucharas, con una cogemos un poco de masa y, con la otra, intentamos darle forma redonda. Para hacerlo, pasamos la masa de una cuchara a la otra un par de veces. A mí no me gusta que los buñuelos sean perfectamente redondos. Prefiero que queden algunos piquitos, que están muy ricos a la hora de comerlos.




Controlamos bien la temperatura del aceite. Si vemos que se nos doran muy rápido, lo bajamos para que no nos queden los buñuelos crudos por dentro. Pero tampoco podemos bajar la temperatura demasiado, porque se nos abrirían un poco los buñuelos. Aunque tampoco sería grave, pues no explotan y están igual de ricos.

 



Si podéis contar con algún ayudante, que os controle los buñuelos mejor. Así podéis dedicaros solo a darles forma y echarlos. Yo tuve un ayudante excepcional.


Cuando están marroncitos, los sacamos, escurriendo bien el aceite. Si ponéis papel absorbente, tened cuidado de que no se pegue a los buñuelos.






Yo hice el doble de la cantidad indicada, por eso me salió esa fuente tan tremenda.





Una vez fríos, si os gusta, podéis espolvorearlos con azúcar glass.

 

 
 
 

 
 



Y, si los vais a llevar de romería, los podéis poner en un cestito con un mantelito de cuadros.
 

 

















Comentarios

  1. Hola, que buñuelos más ricos, me recuerdan a unas rosquillas que hacia mi madre, con tu permiso me llevo la receta y me quedo por aquí para ver mas cositas ricas ;)
    http://comococinoyo.blogspot.com.es/

    ResponderEliminar

Publicar un comentario